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En el Pacto Católico por el Clima, nos inspira el valor y la resiliencia de los Defensores de la Tierra — aquellas personas que asumen la vanguardia de la crisis ambiental global, a menudo con grandes riesgos personales. Desagraciadamente, existen muchas personas a quienes no les basta con dominar el mundo — ellos están decididos a causar daño a quienes tratan de ayudar a defender nuestro planeta.
Alrededor del mundo, personas como Berta Cáceres y Juan López hicieron el último sacrificio por defender a sus comunidades y al medio ambiente.
Juan López, líder de la comunidad del Río Guapinol en Honduras, fue asesinado en setiembre de 2024. López era una figura prominente de la resistencia pacífica a un proyecto minero que amenazaba el suministro de agua para miles de personas en la región. Este homicidio fue un crudo recordatorio de los riesgos extremos que enfrentan muchos defensores del medio ambiente cuando desafían a poderosas industrias que priorizan las ganancias sobre las personas y el planeta. Lea más aquí sobre la trágica muerte de Juan López.
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Igualmente, Berta Cáceres, lideresa indígena y activista ambiental en Honduras, fue trágicamente asesinada en 2016 por su incansable oposición a megaproyectos destructivos que amenazaban la tierra y el agua de su pueblo. Co-fundadora del Consejo de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), Cáceres era una declarada defensora de la preservación del Río Gualcarque y de los derechos de comunidades indígenas contra las poderosas fuerzas de la explotación económica. Su muerte, junto con el asesinato de muchos otros Defensores de la Tierra, resalta la peligrosa intersección entre derechos humanos y justicia ambiental.
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Defensores de la Tierra como Cáceres y López no constituyen casos aislados; sus experiencias forman parte de una lucha más amplia y global por la justicia ambiental. A lo largo de América Latina, África, Asia e incluso en partes de los EE.UU., los defensores ambientales se vuelven con frecuencia blanco de ataques por manifestarse en contra de proyectos que amenazan sus tierras, agua y medios de subsistencia. Estos defensores son a menudo líderes indígenas o comunitarios que protegen sus tierras ancestrales de la tala ilegal, la explotación minera, represas hidroeléctricas y otras formas de degradación ambiental.
Según Amnistía Internacional, los Defensores de la Tierra son “defensores de los derechos humanos que trabajan para proteger el medio ambiente y los derechos de comunidades afectadas por la explotación corporativa y gubernamental de los recursos naturales”. Estos activistas a menudo enfrentan amenazas, violencia e incluso la muerte, simplemente por predicar la protección de su medio ambiente y por defender los derechos de sus comunidades.
El papel del Pacto y de nuestras contrapartes
Como organización comprometida con la justicia ambiental, el Pacto Católico por el Clima se solidariza con los Defensores de la Tierra en todo el mundo. Nos aliamos con una serie de organizaciones que están directamente involucradas en apoyar a quienes arriesgan sus vidas para proteger el medio ambiente. Nuestras contrapartes ofrecen asistencia legal, incidencia y recursos para ayudar a proteger a los Defensores de la Tierra de la violencia, la intimidación y el acoso.
En este riesgoso y continuo conflicto, muchas organizaciones como la Oficina de Asuntos Globales Maryknoll (OGC), la Hermanas de la Misericordia de las Américas, y la Misión Columbana para la Paz, Ecología y Justicia, son contrapartes clave del Pacto Católico por el Clima para la provisión de apoyo, incidencia y solidaridad a estos valientes defensores.
La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll (OGC) ha liderado durante muchos años la defensa de los derechos humanos, la protección ambiental y la justicia para comunidades marginalizadas, particularmente en regiones como América Latina, África y Asia, donde los Defensores de la Tierra enfrentan graves amenazas. A través de su trabajo de incidencia, Maryknoll genera conciencia sobre los peligros que enfrentan estos defensores y propugna el establecimiento de mecanismos de protección más efectivos a nivel tanto nacional como internacional. La OGC trabaja estrechamente con organizaciones locales para elevar las voces de quienes a menudo son silenciados, y respaldar campañas que fiscalizan a gobiernos y empresas por agresiones contra activistas ambientales. El compromiso de Maryknoll hacia la solidaridad internacional garantiza que los casos clave de violencia y amenazas contra Defensores de la Tierra reciban atención global, reflejando la importancia de la colaboración transcultural para impulsar los derechos humanos y la justicia ambiental.
Las Hermanas de la Misericordia de las Américas juegan un papel vital en apoyo de los Defensores de la Tierra, especialmente en América Central, donde muchos activistas enfrentan graves riesgos. Comprometidas con la justicia y la dignidad humana, las Hermanas trabajan al lado de comunidades indígenas para proteger los recursos naturales y los derechos humanos. Ellas brindan apoyo financiero y moral a comunidades en riesgo, generan conciencia sobre la violencia que enfrentan los Defensores de la Tierra, e inciden por la fiscalización de gobiernos y corporaciones. Su compromiso con la sostenibilidad y la justicia se alinean con el Pacto Católico por el Clima, amplificando las voces de quienes luchan por los derechos ambientales y humanos. Las Hermanas también participan en acciones educativas para promover políticas responsables y fomentar conexiones más robustas entre comunidades confesionales y movimientos de justicia ambiental.
La Misión Columbana para la Paz, Ecología y Justicia es una contraparte clave del Pacto Católico por el Clima, trabajando para promover la justicia ambiental mediante la protección de tierras indígenas y el apoyo a los Defensores de la Tierra. Los misioneros columbanos generan conciencia sobre abusos a los derechos humanos y degradación ambiental causados por corporaciones multinacionales, y se solidarizan con quienes se encuentran en riesgo. A través de su trabajo de incidencia, impulsan cambios en políticas globales que priorizan las necesidades de comunidades marginalizadas y la protección del medio ambiente como un tema de justicia y de paz. En colaboración con el Pacto Católico por el Clima, los columbanos respaldan campañas para asegurar que las voces de los Defensores de la Tierra sean oídas y protegidas en el escenario internacional.
Un llamado a la acción global
Los asesinatos de Berta Cáceres, Juan López y otros incontables Defensores de la Tierra no son tragedias aisladas — constituyen una crisis global que requiere acción urgente. Estas valientes personas, afirmadas en sus profundas conexiones con la tierra, defienden no sólo sus comunidades sino el futuro de toda la humanidad. Tal como el Papa Francisco nos exhorta a reconocer en Laudato Si’, el clamor de la tierra es inseparable del clamor de los pobres (LS, 49), y los defensores de nuestra casa común dan testimonio de esta urgente verdad.
En el Pacto Católico por el Clima, estamos comprometidos a impulsar la justicia ambiental, inspirados por el coraje de los Defensores de la Tierra que encarnan el llamado de la Iglesia a cuidar la creación como un acto de justicia. La protección de la tierra está directamente vinculada a la protección de la dignidad humana, tal como lo enfatiza la Doctrina Social de la Iglesia, y debemos cerciorarnos de que quienes hagan daño a estos defensores sean llevados ante la justicia. Exhortamos a los gobiernos, corporaciones y personas a fortalecer los mecanismos de protección para activistas ambientales, y a respaldar el trabajo crucial de estas personas.
También exhortamos a los fieles a apoyar a los Defensores de la Tierra mediante la oración, la reflexión y la acción, recordando que la dignidad de todas las personas está ligada a la salud del planeta. Debemos solidarizarnos con quienes arriesgan sus vidas para proteger el medio ambiente. Honremos el legado de Berta, de Juan y de todos los Defensores de la Tierra, asegurando que sus voces no sean silenciadas jamás y que su lucha por un mundo justo y sostenible siga inspirando a futuras generaciones.
La lucha por la justicia ambiental está lejos de terminar, pero juntos podemos asegurarnos de que las voces de los valientes defensores sean escuchadas y honradas.
Traducido por Kique Bossio.